Cuando hablamos de producción debemos de saber que prácticamente cualquier proceso productivo que use gas requiere de hidrógeno, que está en el propio gas.

De hecho, el hidrógeno es el primer elemento de la tabla periódica, y el más abundante del planeta, y según se cree del Universo. Pero desgraciadamente, es tan simple que en La Tierra no lo encontramos solo (por ejemplo, está en el agua que es H2O, es decir, dos partículas de Hidrógeno y una de Oxígeno), hay que fabricarlo, o más bien “desfabricarlo”, a través de un proceso químico, lo que da lugar a tres tipos de “hidrógenos”:

En primer lugar, el hidrógeno gris, obtenido cuando se usa como energía para obtener dicho hidrógeno la quema de gas natural o carbón. Se calcula que este gas es responsable de más de 830 toneladas de CO2 emitidas al año. Aún así, es barato, almacenable y fácil de transportar.

En segundo lugar, el hidrógeno azul, parecido al anterior ya que también se genera a partir de combustibles fósiles, pero con unos procedimientos tecnológicos que permiten capturar y almacenar buena parte de las emisiones de CO2 que se producen. Es el hidrógeno más común de los países Occidentales, generado a través de centrales de ciclo combinado.

Y finalmente el hidrógeno verde, que el único residuo que emite es vapor de agua, ya que su generación solo puede ser a través de energías renovables, en un proceso denominado electrólisis del agua. Sencillamente se basa en separar la partícula de Oxígeno de las dos de hidrógeno a través de una corriente eléctrica de origen renovable, y lo bueno, es que para ello también valdría el agua de mar.

Así pues, entre las principales ventajas del hidrógeno verde encontramos que es limpio, renovable (y prácticamente inagotable), almacenable y transportable. Además, puede usarse como combustible energético en la industria pesada, en el transporte (barcos, aviones y trenes) e incluso para consumo energético doméstico. Por contra, todavía es caro de producir y requiere de mayor infraestructura muy intensiva en capital.

A día de hoy se calcula que menos de un 1% del consumo mundial se realiza a partir de hidrógeno verde (aunque eso no quiere decir que no se usen otras energías renovables), y es precisamente ahí donde radica su principal oportunidad de inversión.

Actualmente, su producción no llega ni a una tonelada al año, sin embargo, según datos de la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA), con la adecuada inversión y políticas públicas, así como, en consonancia con la previsible reducción de costes en la generación de energías renovables (la solar ya ha reducido sus costes hasta 10 veces y la eólica 1), podría empezar a ser rentable a partir de 2.030, año para el que se estiman más de 70 toneladas de producción mundial. Aunque eso pasa, por ser capaces de abaratar dicho proceso en, como mínimo un 50%. Bloomberg va más allá y estima que la producción de hidrógeno verde, podría ser de 700.000 toneladas en 2.050.

Con todo, en este sentido España tiene una posición bastante desarrollada y aspira a intentar ser uno de los mercados líderes del mundo. Sus altas inversiones en renovables, así como su posición geológica privilegiada la hacen una candidata perfecta para poder liderar este sector emergente.

Empresas como Iberdrola, ya cuentan con 60 proyectos piloto en 8 países, y es un “first mover” en lo que a I+D de hidrógeno verde se refiere a nivel mundial. Acciona no se queda atrás, y en breves, pondrá en marcha su primera planta en Mallorca, que será capaz de producir unas 300 toneladas de hidrógeno verde al año cuando funcione a pleno rendimiento, lo que proporcionará energía para autobuses y barcos de la isla, entre otros.

Shell (LON:SHEL) ha anunciado que construirá en Países Bajos la planta más grande de Europa de hidrógeno verde para suministrar energía a una de sus refinerías. La enorme planta, a su vez, se abastecerá de energía renovable proveniente de una gran granja de energía eólica de la que también Shell es dueña de una parte.

A nivel internacional, encontramos las estadounidenses Air Products and Chemicals Inc. (APD) y Bloom Energy (BE), la primera no muy lejos de sus máximos históricos. Mientras que en Europa ya existen ETFs como el BNP Paribas Easy ECPI Global ESG Hydrogen Economy UCITS ETF o el VanEck Hydrogen Economy UCITS ETF.