La realidad es que el paladio nunca ha sido un metal barato por su escasez y a sus tantas aplicaciones que tiene.

La poca oferta y la gran demanda de este metal precioso ha provocado que su precio vuelva a superar al del oro. La anterior vez que lo superó fue en enero de 2019 y fue un hito ya que desde 2002 no lo había conseguido.

La dificultad en la extracción es debida a que no se encuentra aislado en la naturaleza, sino que se encuentra bajo aleaciones con otros metales y es necesario procesarlo -proceso costoso- para aislarlo.

Si a esto sumamos los pocos productores (Rusia, Sudáfrica, Canadá, Estados Unidos, Etiopía y Australia) con grandes cuotas de mercado, se produce un oligopolio con poder de subir precios.

Por otro lado, sus características fisicoquímicas lo hacen perfecto para ser utilizado en los catalizadores de los coches de gasolina y diésel. Además, es perfecto para implementarlo en los condensadores y otros componentes de nuestros dispositivos electrónicos.

Así, el paladio se ha colocado como el metal precioso más cotizado del planeta.