Durante la madrugada del sábado 22 de junio, Estados Unidos llevó a cabo la operación Midnight Hammer, en la que siete bombarderos descargaron alrededor de 75 bombas de precisión sobre tres instalaciones nucleares iraníes. Fuentes de inteligencia aliadas afirmaron que los ataques dañaron gravemente sus instalaciones, lo que incluyó salas de centrifugadoras y varias galerías subterráneas. Sin embargo, Irán habría retirado parte del uranio enriquecido y equipo sensible horas antes, aminorando el impacto destructor.
No obstante, lo más notable es que el Pentágono informó que no se confirmaron víctimas mortales ni fugas radiactivas, hecho que hizo que el presidente Donald Trump asegurase que los objetivos “fueron alcanzados con precisión quirúrgica” y que Washington “está preparado para seguir defendiendo a sus aliados en la región”. Además, añadió que “Estados Unidos no busca la guerra, pero no permitirá que Irán obtenga un arma nuclear”.
Irán responde de forma “muy débil”
La respuesta del régimen ayatolá no se hizo esperar. Apenas un día después, Irán lanzó entre 14 y 19 misiles balísticos de corto alcance contra la base aérea estadounidense de Al Udeid, en Qatar, en represalia por los bombardeos de EE UU contra instalaciones nucleares iraníes del fin de semana. Sin embargo, lo más curioso de todo es que, en un gesto de contención, Teherán notificó con varias horas de antelación a Qatar —y por extensión a Washington— que la represalia se limitaría a un “golpe simbólico” contra Al Udeid. Con ello, Irán pretendía mostrar capacidad de alcance sin provocar bajas que forzaran una escalada directa.
De esta forma, las defensas qataríes y estadounidenses interceptaron la mayoría de los proyectiles, y los restos de uno de ellos cayeron en una zona de aparcamientos cercana a la pista, sin afectar a aviones ni depósitos de combustible. Toda esta contraofensiva se saldó sin bajas.
¿Y qué dicen los mercados?
Así pues, más allá de egos de una potencia u otra. ¿Qué es lo que podría pasar?, ¿Está una vez más el mundo en peligro? Lo cierto es que por mucho sensacionalismo que veamos en los medios de comunicación, la respuesta es clara: NO.

Por una sencilla razón: a la par que que producían los ataques entre ambas potencias, por un lado, el precio del barril de Brent caía casi un 10%, mientras que por otro, otros índices como el SP500 o el Nasdaq subían con fuerza. Es decir, los mercados están descontando por el momento que no se trata más que de un farol; una demostración de fuerza para salvar el ego de ambas potencias, pero que no buscan la escalada -de ahí que ambos ataques se hayan saldado sin víctimas mortales-.
“Es hora de la paz: Irán ha enviado una señal y nosotros la recibimos”.
Cosa diferente fue cuando atacó Israel, ahí se que se temió lo peor por unos días. No obstante, vista la escenificación con la que han continuado EEUU e Irán, parece que poco a poco, las aguas irán volviendo a su cauce, y no peligra el cierre del estrecho de Ormuz.

De hecho, desde la Casa Blanca, el propio Donald Trump minimizó la ofensiva iraní, tildándola de “respuesta muy débil” y agradeciendo el aviso previo iraní: “Es hora de la paz: Irán ha enviado una señal y nosotros la recibimos”. El presidente insistió en que Washington “no busca más hostilidades”, aunque reiteró que responderá “con toda la fuerza necesaria” si se producen bajas estadounidenses.
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