Los jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN han aprobado esta semana un ambicioso compromiso para que cada aliado destine, a más tardar en 2035, el 5% de su producto interior bruto (PIB) a la defensa. En este sentido, el acuerdo desglosa la cifra en un 3,5% para “defensa dura” (tropas, armamento, mantenimiento) y un 1,5% extra para seguridad y resiliencia civil —infraestructuras, ciberseguridad, energía—, lo que duplica de facto la clásica meta del 2 % fijada en 2014. El aumento, impulsado por el presidente estadounidense Donald Trump, afecta por igual a los 32 aliados: Polonia ya supera el 4 %, mientras que Estados Unidos gastó un 3,19 % en 2024.

Todo ello con la idea de ponerse a la alterna de sus rivales fuera de la órbita atlántica. Por ejemplo, Rusia ha presupuestado para 2025 un gasto en defensa equivalente al 6,3 % de su PIB, unos 145.000 millones USD, la cifra más alta desde la Guerra Fría. Y toda esta escalada llega tras años en los que la contribución a defensa y mucho menos a financiar la OTAN por parte de los aliados europeos era realmente escasa. De hecho, entre 2014 y 2024 la mayoría de grandes países europeos nunca llegaron a superar el 2,5%. El caso más destacado, el de España, que estaba a la cola.

Presupuesto militar de los miembros de la OTAN, España y la OTAN

Fuente: OTAN

¿Y cuál ha sido la polémica de España?

Sin embargo, España en principio pareció salirse con la suya, en una especie de “cláusula de flexibilidad” que le permitía quedarse en solo el 2,1% de su PIB a partir de 2028. Y, como bien es sabido, este hecho provocó la ira de Trump amenazando erróneamente con duplicar aranceles, así como la marginación del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, a la esquina derecha de la foto de familia.

Foto de familia de la OTAN

Por su parte, Sánchez alegó en rueda de prensa posterior que un salto hasta el 5% sería inviable ya que implicaría recortes “drásticos” en pensiones y servicios públicos o subidas de impuestos.

¿Pero acaso esto era real?

Lo cierto es que temporalmente sí, debido a que el texto firmado introduce una cláusula que reconoce “flexibilidad soberana” para ir adaptándose al incremento en el gasto con una evaluación en 2029 al 2,1% del PIB para comprobar si cada socio avanza hacia la meta de 2035. De esta forma si, por ejemplo, España no demostrara para tal fecha que su presupuesto no cumple con el requisito del 2,1%, la Alianza “exigirá ajustes, previsiblemente al alza”, lo que podría traducirse en elevar su esfuerzo por encima de la senda original, para compensar el déficit acumulado.

¿Cómo invertir en defensa?

Con todo, y dado el incremento presupuestario que en mayor o menor medida los diferentes estados miembro, sobre todo los europeos, van a tener que realizar durante los próximos años, podría avecinarse un nuevo ciclo alcista de todo el sector defensa, y no en vano las compañías líderes del viejo continente ya marcan máximos históricos.

Así pues, empresas como la alemana Rheinmetall (RHM) lleva un rally de más del 168% en apenas 6 meses, mientras que otras como la francesa Thales Group (HO) o la italiana Leonardo (LDO), llevan sendas subidas superiores al 65% y 75% respectivamente también en seis meses. Incluso la española Indra (IDR) lleva una subida del 80% para el mismo periodo de tiempo.

Por su parte, para quienes prefieran invertir en defensa de forma indexada, el ETF VanEck Defense UCITS ETF A (DFEN), lleva una revalorización del 160% en apenas dos años en una tendencia indiscutiblemente alcista a largo plazo.