Pasan los años y la competitividad fiscal de España de cara a inversores extranjeros sigue perdiendo posiciones en el ranking mundial. Una frase muy tradicional de los políticos españoles es “en España la presión fiscal es inferior a la media Europea, si cobrásemos sus mismos tributos, podríamos brindar unos mejores servicios púbicos”. Pues bien, desde el pasado año 2022, esa frase sencillamente no es cierta: España tiene los impuestos más altos de Europa.

Según el último Informe de Competitividad Fiscal (IEE), elaborado por el Instituto de Estudios Económicos, un think tank de la CEOE, en 2022, la presión fiscal se situó en España en torno al 42% de su PIB -frente al 41,7% de la Unión Europea-.


Los impuestos de España en el contexto europeo

Sin embargo, lo peor viene a continuación. Según el mismo informe, el esfuerzo fiscal, que no mide los impuestos que pagamos los españoles frente a los europeos en términos absolutos, sino lo que nos cuesta pagar los impuestos que pagamos en relación a nuestros salarios -ratio relativo-, se situó un 53% por encima de la media europea.

En otras palabras, mientras un alemán tiene un salario medio de más del doble que el español, en torno a los 52.000€, debe pagar los mismos impuestos (o similares) que un ciudadano español, cuando el salario medio en España se sitúa por debajo de los 28.000 € -26.000€ sí es en el sector privado-. Puesto en contexto, la carga fiscal que soportamos es desproporcionada.

Pero es que además, desde el propio think tank alegan que la situación se podría agravar más a lo largo de 2023 debido a los nuevos impuestos que ya están aprobados para el presente año. ¿Compensa pagar los impuestos más altos de Europa? ¿Estamos realmente contribuyendo a un Estado del Bienestar o más bien a un Bienestar del Estado y de la clase política?