Desde que el pasado 15 de julio se alcanzara la paridad euro dólar, es decir, 1 euro al tipo de cambio pasó a valer 1 dólar, el euro se ha depreciado más de un 15% en menos de un año, y casi un 40% desde que a mediados de 2008, estuviera a más de 1,50 dólares.

Que se haya alcanzado la paridad euro dólar se justifica principalmente por dos motivos:

  1. Por un lado, el diferencial existente entre las subidas de tipos de interés de la Reserva Federal de EEUU y el BCE de Europa. Mientras que el tipo de interés del dólar ya está a 2,5% desde julio, el BCE ejecutará la primera subida al 0,5% desde septiembre de 2022, lo que hace mucho más atractiva la deuda estadounidense que la europea, hecho que motiva a los inversores a orientar su dinero hacia EEUU.
  2. Y por otro lado, el déficit existente en la balanza comercial europea. Tradicionalmente la economía europea, liderada por Alemania, era potencia exportadora. Sin embargo, el encarecimiento masivo de las materias primas que se pagan en dólares, ha hecho que se produzca por primera vez desde su creación, más gastos que ingresos (en la economía europea), lo que motiva a desconfiar más todavía de la solidez de su moneda frente a otras, que ya están ejecutando las reformas necesarias.

Este hecho pone al BCE en una delicada situación: ¿subir tipos para salvar el euro, pero a costa de que pudieran quebrar las economías del sur de Europa o continuar con unos tipos bajos, permitiendo endeudarse a los países del sur de forma barata, pero con una moneda cada vez menos competitiva en el concierto internacional?