Después de varias semanas de negociación, los partidos de gobiernos y sus socios finalmente pudieron sacar adelante los presupuestos para el año que viene. Unas cuentas públicas, que visto lo visto, están hechas en clave electoral. 

En el año de la inflación, de la mayor recaudación tributaria de la historia, y de nuevas subidas de impuestos, es destacable cómo en términos medios, las pensiones aumentarán más de un 8,5% y los salarios de los funcionarios públicos, miembros del Gobierno y altos cargos, en torno a un 3,5%. 

De esta forma, tan solo el 50% de todo el gasto público del Estado español irá a pagar pensiones (42%) e intereses de la deuda (6,9%). Otras partidas también muy importantes, como sanidad y educación, recibirán de forma conjunta en torno al 25% de los recursos públicos. 

Un incremento del gasto particularmente llamativo, pues ni se ha conseguido superar el PIB de antes de la pandemia, ni equilibrar las cuentas, donde España es de los países de la UE con mayor déficit público. Ambos hechos, los convierte en imposibles de asumir e insostenibles en el medio plazo. Sin embargo, hay que recordar que 2023 será un año marcado por las tres citas electorales.