Hace tiempo que la Unión Europea reconoció la importancia de los mares y océanos como motores de la economía, por su gran potencial para la innovación y el crecimiento.

Así pues, se acuñó el término "economía del océano"  para referirse a  todos aquellos sectores implicados en actividades económicas relacionadas con los océanos, mares y costas. Esto incluye tanto a las industrias marítimas (como el transporte marítimo, la pesca, la energía eólica en alta mar, las actividades portuarias, la biotecnología marina o el turismo marítimo), como los activos naturales que proporcionan los mares (peces, absorción del C02, etc) .

El PIB de estas industrias asciende a 2,5 billones de dólares, lo que convierte a los mares en la séptima mayor economía del planeta, solo por detrás de EEUU, China, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido.

Para entender esta magnitud, solo hay que pensar que los mares son el canal para el 90% del transporte mundial de mercancías, gracias a una flota de 90.000 buques que se va renovando cada año con más de 2.700 nuevas naves.

Sin embargo, el potencial de los activos aún por explotar en el sector marítimo es hasta diez veces mayor y la UE prevé llegar de los actuales 31 millones de puestos de trabajo directos relacionados con el mar a los 40 millones en 2030. Pero para eso, es necesario que esa explotación se realice con criterios sostenibles, ya que el deterioro en la salud de los mares puede poner en peligro el espectacular desarrollo de la economía del océano.

Por eso, el Banco Europeo de Inversiones se ha comprometido a duplicar sus préstamos a proyectos sobre océanos sostenibles con una cuantía total de 2.500 millones de euros en los próximos cinco años (2019-2023). Está previsto que esta financiación mueva al menos 5.000 millones de euros en inversiones para la economía del océano.

Actualmente, los proyectos sobre océanos sostenibles están generando innovaciones como, por ejemplo, un sistema de velas rígidas, pleglables y autónomas, que ahorra combustible a los buques; unas gafas fabricadas a partir de redes de pesa y cabos abandonados, un dron específico para salvamento marítimo o un robot acuático que recoge la basura del agua.