El grafeno es un material que se descubrió en 2004 y sobre el que hay depositadas muchas expectativas como material del futuro, por las propiedades extraordinarias que se le atribuyen, como su altísima resistencia, su efectividad como aislante y su conductividad térmica, superior a todos los materiales conocidos.

Sin embargo, según los investigadores de este nuevo material, su aplicación de manera comercial todavía tardará años en llegar. Como ha explicado recientemente el físico español Pablo Jarillo-Herrero, responsable del equipo que descubrió la superconductividad del grafeno, sus propiedades únicas nos llevan a pensar en una revolución tecnológica que implique la sustitución de otros materiales por este nuevo, en principio más eficiente. Pero, para eso, primero se tienen que ver las utilidades concretas que tiene el grafeno y luego crear una nueva tecnología que pueda hacer uso de sus propiedades.

Por un lado, hay que tener en cuenta que, cuando se descubre un nuevo material, es normal que pasen unos 30 ó 40 años hasta que se aplica de manera comercial. En el caso del grafeno, hace 15 años que se descubrió, por lo que aún es pronto para que haya dispositivos comerciales a gran escala.

En este sentido, no hay que olvidar que antes de que una compañía sustituya un material por otro nuevo, primero tiene que amortizar la inversión que ya ha hecho con el material anterior. Así, por ejemplo, si a una empresa le cuesta entre 10.000 y 20.000 millones de euros crear una fábrica para hacer transistores de silicio, aunque el grafeno resulte más eficiente, la empresa dejará pasar los 15 ó 20 años que le lleve amortizar su inversión antes de valorar si apuesta o no por este nuevo material.

Por tanto, aunque científicamente todo apunte a que el grafeno será un material clave en el futuro, industrialmente se puede decir que aún está en fase de pruebas.