Actualmente, España atrae solo el 2% de la inversión fintech. Esto significa que habría que aprovechar cualquier ocasión para aumentar el capital destinado a impulsar la innovación financiera, tan necesaria en estos tiempos de cambios del sector.
Una oportunidad única, en este sentido, sería la puesta en marcha inmediata del sandbox que aprobó el Consejo de Ministros en febrero, pero que ahora está paralizado por la falta de acuerdo para formar gobierno, ya que el anteproyecto de ley tiene que ser tramitado en el Congreso.

El sandbox, que es un entorno de pruebas diseñado para experimentar innovaciones tecnológicas y modelos de negocio emergentes de forma controlada, mejoraría la prestación de servicios financieros y situaría a España como referente internacional en el sector fintech e insurtech.

Por otro lado, este ambicioso proyecto atraería 1.000 millones adicionales de inversión y generaría 5.000 nuevos empleos en los próximos dos años.

Tal y como está planteado, el sandbox español permitiría, entre otras cosas, que actividades no reguladas hasta la fecha, como los neobanks o las ICOs, empezaran a probar sus productos en un espacio seguro y con clientes voluntarios. Una vez realizadas las pruebas, el supervisor o supervisores implicados elaborarían un informe que, de ser favorable, reduciría los plazos de autorización legales a la mitad. Se trata, pues, de acompasar la regulación a la innovación.
Además, el sandbox serviría de puente de colaboración entre España y Latinoamérica en el ámbito de la innovación.

Cerca de 33 países cuentan con un sandbox, como Hong Kong, Singapur o el Reino Unido, el cual ha acaparado la mitad de la inversión fintech en Europa a lo largo de la primera mitad de 2019, a pesar del Brexit.