Hace unos días, Amazon presentó en Las Vegas su nuevo y revolucionario dron, una combinación de helicóptero y avión, que cuenta con inteligencia artificial para volar robóticamente sin causar daños ni a los aviones en el aire ni a las personas en tierra.

La misma semana, se dio a conocer un proyecto de tres empresas españolas para detectar incendios y alertar a los servicios de emergencia con imágenes a tiempo real mediante el uso de drones.

Ambas innovaciones son dos ejemplos recientes del continuo crecimiento que está experimentando el mercado de los drones, denominados técnicamente como UAV (Unmanned Aerial Vehicle) o Vehículo Aéreo no Tripulado.

Este mercado, que engloba tanto a las empresas que fabrican este tipo de aeronaves como a los proveedores de hardware para el funcionamiento de las mismas (por ejemplo, Nvidia), supera ya los 6.000 millones de dólares (5.642 millones de euros) y se espera que esté por encima de los 15.000 millones de dólares en 2022. La tasa prevista de crecimiento acumulado será del 33%, según la Administración Federal de Aviación de EE.UU.

Aunque los drones para uso personal y los destinados a la entrega de paquetes son los que más acaparan la atención de los medios, hay segmentos que están impulsando más el sector. Los dos más importantes son, por un lado, los drones para inspecciones industriales en áreas como la energía, las infraestructuras y el transporte; y, por otro lado, los drones militares, que fueron los primeros de la historia y que se usan cada vez más para monitorear tráfico en las fronteras o para misiones de espionaje, por ejemplo.

En este sentido, los planes del Departamento de Defensa de EE.UU para adquirir 3.000 nuevos drones este año (un 27% más que en 2018), generan grandes expectativas a empresas como Boeing (NYSE: BA), Northrop Grumman (NYSE: NOC) o Aerovironment (Nasdaq: AVAV).