El Ibex 35 cerró 2018 con el peor resultado de la última década. Tuvo una caída del 15%, lo cual afectó incluso a las empresas más fuertes.

Este pésimo balance de la bolsa española ha hecho mella no solo en las cuentas de los pequeños inversores, sino también en las grandes fortunas que están detrás de las compañías españolas con mayor capitalización bursátil.

Así por ejemplo, el hombre más rico de España, Amancio Ortega, perdió el año pasado 1.000 millones de euros al mes. En dos años, su riqueza se ha reducido un 25,5%, a causa del mal momento que Inditex atraviesa en bolsa y que acabó en 2018 con un desplome del 20.7%. Fue el peor ejercicio del gigante textil en 10 años.

Otro ejemplo representativo es el de Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander. La entidad perdió un 27% en bolsa el año pasado y su patrimonio neto se redujo en un 20%. Este declive financiero del Santander va en sintonía con los malos resultados de la banca en general.

Solo nueve de las 35 compañías que forman el selectivo español acabaron 2018 con ganancias, pero todas por debajo del 15%. La que más obtuvo, Naturgy, consiguió un 14,3%; y las que menos, Amadeus y Repsol, ganaron un 1,88%.

En  un contexto como este para la bolsa española, la mejor arma que tienen los inversores es una buena metodología aplicada con disciplina. Hasta los mejores pueden perder, pero aquellos que hayan sabido seguir fielmente su estrategia y hayan gestionado mejor el riesgo, diversificando en varios mercados y sectores, habrán podido minimizar sus pérdidas. Si éstas han sido inferiores al 15%, ya lo habrán hecho mejor que los más grandes.