Si en algún momento se pudo pensar que el consumo de productos bio o ecológicos iba a ser una moda pasajera, el tiempo y los datos han demostrado que es una tendencia que ya se ha fijado en nuestra sociedad y que está impactando en la economía.

El mercado ecológico mundial, dominado por Estados Unidos, está en alza y mueve cerca de 77 mil millones de euros anualmente.

España, por ejemplo, es el principal productor ecológico de Europa y está entre los cinco mayores productores del mundo, con un volumen de mercado de 1.700 millones de euros y 85.000 puestos de trabajo aproximadamente. El tejido industrial ecológico creció casi un 14% en 2016, hasta un total de 6.615 empresas.

Es cierto que los españoles siguen gastando mucho más en alimentos y bebidas convencionales que en alimentos biológicos (2.133 euros frente a 32 euros por habitante y año), pero el consumo de los productos tradicionales se ha ido reduciendo, mientras que el gasto destinado a los productos bio va en aumento. Además, las grandes superficies se han unido a su distribución, incluso con lineales específicos de artículos ecológicos.

Otros países europeos con un creciente gasto per cápita en alimentación biológica son Suiza (262 euros), Dinamarca (191 euros) o Suecia (177 euros).

Pero más llamativo es aún el caso de Francia. En nuestro país vecino, los productos ecológicos ya representan el 50% de las ventas, a pesar de ser hasta un 64% más caros. El mercado francés del bio, que crece a un ritmo en torno al 15% anual impulsado por el propio gobierno, facturó en 2016 más de 7.000 millones de euros.

Y también observamos esta tendencia creciente al consumo ecológico en los gráficos bursátiles. Por ejemplo, la empresa holandesa de alimentación ecológica Wessanen, que aglutina 14 marcas conocidas internacionalmente , cotiza en la bolsa de Amsterdam desde 1995, pero fue a partir de 2013 cuando empezó a crecer de forma constante. En dos años y medio, se ha revalorizado casi un 200%.

La realidad es que la demanda está creciendo por encima de la oferta y, por tanto, el sector de los productos bio tiene muchas posibilidades de crecimiento, eso sí, con la ayuda de la tecnología para potenciar la productividad de la materia prima, que hoy en día es insuficiente.