Para invertir con éxito a largo plazo, uno de los errores que se deben evitar es dejarse dominar por las emociones y tomar decisiones impulsivas.

Tras la caída que sufrió Wall Street a principios de febrero, muchos medios de comunicación coincidieron en que la causa de esa oleada de ventas había sido el temor de los inversores a la inflación y a una subida de los tipos de interés, sobre todo después de la jura de Jerome Powell como nuevo presidente de la Reserva Federal.

Sin embargo, si esos inversores se hubieran detenido a analizar datos objetivos, muy probablemente se habrían mantenido en el mercado estadounidense en vez de huir de él. ¿Por qué?

Un estudio que analiza el comportamiento anual de la bolsa americana en los últimos 272 años de historia, demuestra que en 215 ejercicios, este mercado ha tenido rentabilidad frente a solo 57 años en los que ha arrojado cifras negativas. Es decir, en ocho de cada diez años se ha ganado dinero.

Por otro lado, si tenemos en cuenta que, durante los últimos nueve años, la bolsa americana ha estado teniendo una rentabilidad anual superior al 15%, las caídas de febrero se pueden interpretar más como una corrección técnica que como el preámbulo a una recesión económica.

Además, no hay que olvidar el alto grado de apalancamiento de los inversores americanos, que en enero de este año, batió récords, al superar el margen de deuda los 665.000 millones de dólares. Este endeudamiento también repercutió en la bajada de los índices, que, en el último mes, han subido de nuevo.