Aunque no es un fenómeno nuevo,  la proliferación de empresas «zombie» que se observa desde el estallido de la crisis financiera preocupa a organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

La OCDE ha advertido en un informe de que España es el tercer país europeo con más capital industrial (un 16% del total) asignado a empresas «zombie», es decir, aquellas que  tienen un alto nivel de endeudamiento, pero subsisten gracias a refinanciaciones con los bancos o a ampliaciones de capital, ya que su baja liquidez les impide cerrar. Solo superan a España Grecia (28%) e Italia (19%).

El término «empresa zombie» se usó mucho en el sector bancario durante la crisis. De hecho, muchos expertos atribuyen el problema a la política monetaria de tipos cero que llevó a cabo el BCE, ya que el dinero barato para los bancos hizo que a estos les compensara más alargar la vida de las empresas endeudadas que asumir en el balance la quiebra de las mismas.

Según la OCDE, esta refinanciación de empresas insolventes merma la productividad y el crecimiento industrial.

El caso es que, desde 2007, el número de empresas «zombie» se ha triplicado en España. Y, fuera de Europa, las cifras también son alarmantes. Por ejemplo, en Estados Unidos, este tipo de empresas se ha duplicado desde el estallido de la crisis y una de cada diez compañías ya se considera «zombie».

Por otro lado, en Japón, el elevado número de empresas «zombie», como la centenaria Toshiba, ha suscitado el temor a una tercera «década perdida» en la economía japonesa.

¿Cómo afecta todo esto a los inversores? Aunque los mercados bien regulados contemplan la suspensión de cotización en casos evidentes de falta de liquidez, no hay que olvidar que hasta que una empresa no es excluida de bolsa, sus accionistas no pueden vender. Recordemos el famoso caso en España de Martinsa Fadesa, que fue suspendida de cotización en febrero de 2008 y hasta octubre de 2015 no se excluyó del parqué.

Por tanto, lo mejor es evitar llegar a ese punto y salir a tiempo de valores que no paran de bajar. Los valores «zombie» solo te acarrearán pérdidas. Una adecuada gestión del riesgo con el uso estratégico de stops te puede salvar del abrazo de los «muertos vivientes».